El Evangelio de San Juan
El Evangelio de San Juan
Gestión importante y difícil acerca del Evangelio de Juan es decidir si es obra de un solo autor o si han intervenido diversas manos en su redacción o, al menos, en su edición. El problema se suscita por la diferencia de estilo entre diversas partes (Prólogo 1,1-18 y c.21 respecto del Evangelio), por ciertas incoherencias en la sucesión cronológica y geográfica (cc5, 6), por las dos conclusiones que presenta (20,30-31 y 21-25), por repeticiones en los discursos (5,19-25 y 26-30; 6,35-50 y 51-58; 14,1-31 y 16,4-33) y por el orden de marchar en 14,31, seguida de tres capítulos que continúan el tema.
Resumiendo la opinión que parece más probable, parece
que este Evangelio tuvo dos ediciones: la primera hecha por el que llamamos evangelista
y otra, posterior a su muerte, realizada por un discípulo al que podemos llamar
el redactor, que usa material del evangelista no incorporado en la primea
edición, además de intercalar en el texto diversas versiones escritas del mimo
episodio o discurso.
Jn se diferencia de los sinópticos en primer lugar por
su estilo. Los dichos de Jesús no se organizan en pequeñas unidades, reunidas
después para formar un discurso, sino en discursos y diálogos largos,. Añade Jn
a los sinópticos la actividad de Jesús en el valle del Jordán (3,22; 4,1-3);
especifica tres viajes a Jerusalén; su estancia en la capital la última vez
llegaría a medio año (desde 7,10 hasta la muerte). La vida pública, según Jn,
había durado dos o tres años (1ª Pascua, 2,13; 2ª, dudosa, 5,1; 3ª, 6,4; 4ª, la
de su muerte).
Jn conoce al menos Mc y Lc, pero no los toma como base.
La mayor parte del material que utiliza es independiente de los sinópticos y de
las fuentes que ellos usaron. Jn quiere dibujar la figura de Jesús poniendo de
relieve que él es el Mesías, el Hijo de Dio s (20,31).
Aunque Jn es el Evangelio que contiene menos citas
explícitas del AT, lo utiliza abundantemente entretejiéndolo con su texto.
Aparte de las referencias a Abrahán (8,39), Isaac (3,16) y Jacob (1,51;
4,5-6.12), alude a muchas realidades de la historia de Israel en el desierto
(tabernáculo, 1,14; serpiente de bronce, 3,14; maná, 6,31-32; agua de la roca,
7,38).
Hay en Jn un tema fundamental: Jesús es el enviado de
Dios. Se trata por tanto, de su persona, de sumisión, origen y destino, de la
actitud de los hombres ante él; los detalles carecen de valor propio, adquieren
significado sólo en relación con el tema central.
Jn se opone al dualismo gnóstico espíritu-materia como
representantes del bien y del mal. Usando las mismas antítesis: luz-tinieblas,
verdad-mentira, salvación-perdición, vida-muerte, las aplica a un dualismo
ético, no físico; la perdición se debe no a la materia, sino a la decisión
personal de alejarse del Creador. Vida y muerte dependen de la libre opción
entre fe e incredulidad. El salvador no viene, como en la doctrina gnóstica, para
iluminar al hombre sobre su origen celeste, sino para revelarle su pecado y
colocarlo ante una alternativa: vivir como esclavo o como hijo de dios. Así,
frente al determinismo, reivindica Jn la libertad humana. La maldad no está en
lo físico, sino en lo social: “el mundo” significa la humanidad, y en su
sentido peyorativo, el orden social creado por los hombres, el sistema de
relaciones humanas basado en la mentira, el odio y la injusticia.
La venida del Mesías hace caducar la religión judía,
las purificaciones rituales (2,3-12), el temo (2,12-22), el sábado (5,1-18), la
interpretación rabínica de la Escritura (5,39-47), la espiritual basada en las
obras (6,28-29) y los antiguos símbolos que se cumplen en él (maná, 6,31-34;
agua, 7,37-39); luz, 8,12; templo y altar, 10,36), la Ley, de la que Jesús se
distancia (8,17; 10,34; 15,25). “Los judíos”, que designan de ordinario a los
jefes o autoridades judías enemigas de Jesús, son la encarnación del “mundo”
injusto en aquella sociedad.
El mensaje y la exigencia de Dios, la Palabra eterna
encarnada en Jesús, es el amor leal, sin fallo, entre los hombres, como el que
Dios ha mostrado a la humanidad (1,14).
Este mensaje condena la maldad del orden presente: “el
mundo”, y ante él la humanidad se divide, aceptándolo o rechazándolo; de esta
opción dependen la vida o la muerte. Los que lo aceptan forman un grupo humano
cuyo distintivo es el amor constante hasta la muerte, rechazando los criterios
y la escala de valores del mundo injusto: ellos anulan al mundo en medio de
este mundo (17,16.18).
De ahí la insistencia de Jn sobre la humanidad de Jesús
(1,14; 6,53-54, 19,34). Quien se desentiende
del Jesús terrestre no es cristiano, pues su vida en este mundo es el mensaje;
vivir como él vivió es la norma del cristianismo y el único mandamiento
(13,1.34-35; 15,12.17; 17,16).
Aunque el autor piensa en arameo, escribe en griego;
quizá viviera en un ambiente bilingüe, posiblemente en Siria. En 21,24 se
afirma que el autor del Evangelio es el discípulo preferido; la candidatura más
probable sigue siendo la de Juan Zebedeo, uno de los Doce, que no se nombra en
este Evangelio.
La fecha del texto que poseemos se calcula entre los
años 90 y 100, después de la muerte del discípulo preferido(21,23). La primera
edición, sin embargo, pudo aparecer en los mismos años que Mt y Lc, es decir
entre el 75 y 90.
Frases
destacadas del texto de A. Grün:
Jesús, una puerta
hacia la vida.
El evangelio de san
Juan
»La
mística no es sólo experiencia de Dios, sino que siempre es un camino hacia la
verdadera experiencia de vida y hacia nuestro verdadero yo, (sic. p.11).
»Cristo,
como luz en las tinieblas, quiere irradiar como la luz en los oscuros abismos
de nuestra alma. Para que tengamos la energía de iluminar la gran verdad de
nuestro espíritu. (sic. p.28).
»La
verdadera naturaleza del ser humano consiste en nacer de Dios, (sic, p.29).
»En
Jesús, reconocemos nuestros orígenes. Y reconocemos quiénes somos realmente (sic.
p.31).
»En
efecto, la salvación consiste en esto, en que tengamos ante los ojos la cruz
como la tragedia de la vida humana. Sólo de esta manera puede ser transformada.
Sólo así podemos vivir nuestra vida, sin tenernos que apartar de las facetas
destructivas y oscuras, (sic., p.47).
»El
pasado y el futuro se condensan en un abrir y cerrar de ojos. Y en ese instante soy uno conmigo
mismo y con Dios. Entonces intuyo que estoy en Dios y que dios está en mí.
Entonces toco el verdadero ser. Entonces todo es uno… lo que Juan describe con
la vida eterna es similar a lo que Abraham Maslow denomina “la vivencia
culmen”. En una vivencia culmen, el hombre se introduce “e e Absoluto, se hace
no con él, incluso cuando sólo se trate de un instante” (Grün Mystik, p.46). Todo se hace luminoso
para él. Ve a Dios en todas las cosas. Se experimenta a sí mismo y experimental
al mundo de forma más intensa. Toca la esencia de las cosas. Intuye lo que es
la vida en su sentido más profundo: vitalidad, buena suerte, alegría, amor,
apertura, unidad. Ser consciente le hace a uno más amplio. Él une en su
conciencia a Dios y al hombre, vida y muerte, cielo y tierra, tiempo y
eternidad. Ken Wilber lo denomina 'conciencia pura' o 'conciencia del todo en
la unidad'” (íbíd., p.38) (Sic., p.48).
»Creer,
significa ante todo, que ver las cosas son, ver sin prejuicios, ver detrás de
las cosas, confesar a Dios como el fundamento de todo ser, contemplar a Dios
como el amor que se ha revelado en Jesucristo (sic., p.49).
»En
encuentro con Jesús es un encuentro con la propia verdad…. Cuando nos postramos
ante Dios y le adoramos, entonces alcanzamos el fin de nuestro anhelo, entonces
se tranquiliza nuestro corazón agitado y llegamos a sentirnos como en nuestro
verdadero hogar (sic., p.53).
»El
paso más importante de toda terapia consiste en la comprensión. Si uno se
siente comprendido, mejora notablemente, (sic., p.57).
»Jesús,
pone al enfermo en contacto con la fuente que mana en su interior…Juan cree que
la enfermedad consiste en estar separado del torrente vital divino… para él, la
verdadera curación se produce cuando de nuevo volvemos a tomar parte de la vida
divina, p.59.
»En
Jesús, Dios nos revela quién es Él en persona y en qué consiste el misterio del
ser humano, p.66.
»Si
no comprendemos el misterio de la encarnación, tampoco comprendemos a Dios,
p.67.
»Según
Jesús, celebrar la liturgia es entrar en contacto con el manantial interior,
p.69.
»Uno
debe jugarse la vida por aquello que ama, p.87.
»La
hora de las grandes tentaciones, la hora de los aparentes fracasos, es también
la hora en la que el resplandor de Dios se hace visible, p.97.
»Todo
lo que existe es sagrado. (T. Merton).
»Esta
es la paradoja, que Jesús, es glorificado, precisamente en la cruz, p.97.
»En
la cruz, Jesús se doblega hasta lo más hondo de nuestra condición humana,
p.103.