lunes, 20 de agosto de 2012

San Juan, Mística, vida, historia


El Evangelio de San Juan




El Evangelio de San Juan


Gestión importante y difícil acerca del Evangelio de Juan es decidir si es obra de un solo autor o si han intervenido diversas manos en su redacción o, al menos, en su edición. El problema se suscita por la diferencia de estilo entre diversas partes (Prólogo 1,1-18 y c.21 respecto del Evangelio), por ciertas incoherencias en la sucesión cronológica y geográfica (cc5, 6), por las dos conclusiones que  presenta (20,30-31 y 21-25), por repeticiones en los discursos (5,19-25 y 26-30; 6,35-50 y 51-58; 14,1-31 y 16,4-33)  y por el orden de marchar en 14,31, seguida de tres capítulos que continúan el tema.

Resumiendo la opinión que parece más probable, parece que este Evangelio tuvo dos ediciones: la primera hecha por el que llamamos evangelista y otra, posterior a su muerte, realizada por un discípulo al que podemos llamar el redactor, que usa material del evangelista no incorporado en la primea edición, además de intercalar en el texto diversas versiones escritas del mimo episodio o discurso.

Jn se diferencia de los sinópticos en primer lugar por su estilo. Los dichos de Jesús no se organizan en pequeñas unidades, reunidas después para formar un discurso, sino en discursos y diálogos largos,. Añade Jn a los sinópticos la actividad de Jesús en el valle del Jordán (3,22; 4,1-3); especifica tres viajes a Jerusalén; su estancia en la capital la última vez llegaría a medio año (desde 7,10 hasta la muerte). La vida pública, según Jn, había durado dos o tres años (1ª Pascua, 2,13; 2ª, dudosa, 5,1; 3ª, 6,4; 4ª, la de su muerte).

Jn conoce al menos Mc y Lc, pero no los toma como base. La mayor parte del material que utiliza es independiente de los sinópticos y de las fuentes que ellos usaron. Jn quiere dibujar la figura de Jesús poniendo de relieve que él es el Mesías, el Hijo de Dio s (20,31).
Aunque Jn es el Evangelio que contiene menos citas explícitas del AT, lo utiliza abundantemente entretejiéndolo con su texto. Aparte de las referencias a Abrahán (8,39), Isaac (3,16) y Jacob (1,51; 4,5-6.12), alude a muchas realidades de la historia de Israel en el desierto (tabernáculo, 1,14; serpiente de bronce, 3,14; maná, 6,31-32; agua de la roca, 7,38).
Hay en Jn un tema fundamental: Jesús es el enviado de Dios. Se trata por tanto, de su persona, de sumisión, origen y destino, de la actitud de los hombres ante él; los detalles carecen de valor propio, adquieren significado sólo en relación con el tema central.

Jn se opone al dualismo gnóstico espíritu-materia como representantes del bien y del mal. Usando las mismas antítesis: luz-tinieblas, verdad-mentira, salvación-perdición, vida-muerte, las aplica a un dualismo ético, no físico; la perdición se debe no a la materia, sino a la decisión personal de alejarse del Creador. Vida y muerte dependen de la libre opción entre fe e incredulidad. El salvador no viene, como en la doctrina gnóstica, para iluminar al hombre sobre su origen celeste, sino para revelarle su pecado y colocarlo ante una alternativa: vivir como esclavo o como hijo de dios. Así, frente al determinismo, reivindica Jn la libertad humana. La maldad no está en lo físico, sino en lo social: “el mundo” significa la humanidad, y en su sentido peyorativo, el orden social creado por los hombres, el sistema de relaciones humanas basado en la mentira, el odio y la injusticia.

La venida del Mesías hace caducar la religión judía, las purificaciones rituales (2,3-12), el temo (2,12-22), el sábado (5,1-18), la interpretación rabínica de la Escritura (5,39-47), la espiritual basada en las obras (6,28-29) y los antiguos símbolos que se cumplen en él (maná, 6,31-34; agua, 7,37-39); luz, 8,12; templo y altar, 10,36), la Ley, de la que Jesús se distancia (8,17; 10,34; 15,25). “Los judíos”, que designan de ordinario a los jefes o autoridades judías enemigas de Jesús, son la encarnación del “mundo” injusto en aquella sociedad.

El mensaje y la exigencia de Dios, la Palabra eterna encarnada en Jesús, es el amor leal, sin fallo, entre los hombres, como el que Dios ha mostrado a la humanidad (1,14).
Este mensaje condena la maldad del orden presente: “el mundo”, y ante él la humanidad se divide, aceptándolo o rechazándolo; de esta opción dependen la vida o la muerte. Los que lo aceptan forman un grupo humano cuyo distintivo es el amor constante hasta la muerte, rechazando los criterios y la escala de valores del mundo injusto: ellos anulan al mundo en medio de este mundo (17,16.18).

De ahí la insistencia de Jn sobre la humanidad de Jesús (1,14; 6,53-54, 19,34). Quien se  desentiende del Jesús terrestre no es cristiano, pues su vida en este mundo es el mensaje; vivir como él vivió es la norma del cristianismo y el único mandamiento (13,1.34-35; 15,12.17; 17,16).

Aunque el autor piensa en arameo, escribe en griego; quizá viviera en un ambiente bilingüe, posiblemente en Siria. En 21,24 se afirma que el autor del Evangelio es el discípulo preferido; la candidatura más probable sigue siendo la de Juan Zebedeo, uno de los Doce, que no se nombra en este Evangelio.

La fecha del texto que poseemos se calcula entre los años 90 y 100, después de la muerte del discípulo preferido(21,23). La primera edición, sin embargo, pudo aparecer en los mismos años que Mt y Lc, es decir entre el 75 y 90.

  
Frases destacadas del texto de A. Grün:
Jesús, una puerta hacia la vida.
El evangelio de san Juan

»La mística no es sólo experiencia de Dios, sino que siempre es un camino hacia la verdadera experiencia de vida y hacia nuestro verdadero yo, (sic. p.11).

»Cristo, como luz en las tinieblas, quiere irradiar como la luz en los oscuros abismos de nuestra alma. Para que tengamos la energía de iluminar la gran verdad de nuestro espíritu. (sic. p.28).
»La verdadera naturaleza del ser humano consiste en nacer de Dios, (sic, p.29).

»En Jesús, reconocemos nuestros orígenes. Y reconocemos quiénes somos realmente (sic. p.31).

»En efecto, la salvación consiste en esto, en que tengamos ante los ojos la cruz como la tragedia de la vida humana. Sólo de esta manera puede ser transformada. Sólo así podemos vivir nuestra vida, sin tenernos que apartar de las facetas destructivas y oscuras, (sic., p.47).

»El pasado y el futuro se condensan en un abrir y cerrar  de ojos. Y en ese instante soy uno conmigo mismo y con Dios. Entonces intuyo que estoy en Dios y que dios está en mí. Entonces toco el verdadero ser. Entonces todo es uno… lo que Juan describe con la vida eterna es similar a lo que Abraham Maslow denomina “la vivencia culmen”. En una vivencia culmen, el hombre se introduce “e e Absoluto, se hace no con él, incluso cuando sólo se trate de un instante” (Grün Mystik, p.46). Todo se hace luminoso para él. Ve a Dios en todas las cosas. Se experimenta a sí mismo y experimental al mundo de forma más intensa. Toca la esencia de las cosas. Intuye lo que es la vida en su sentido más profundo: vitalidad, buena suerte, alegría, amor, apertura, unidad. Ser consciente le hace a uno más amplio. Él une en su conciencia a Dios y al hombre, vida y muerte, cielo y tierra, tiempo y eternidad. Ken Wilber lo denomina 'conciencia pura' o 'conciencia del todo en la unidad'” (íbíd., p.38) (Sic., p.48).

»Creer, significa ante todo, que ver las cosas son, ver sin prejuicios, ver detrás de las cosas, confesar a Dios como el fundamento de todo ser, contemplar a Dios como el amor que se ha revelado en Jesucristo (sic., p.49).

»En encuentro con Jesús es un encuentro con la propia verdad…. Cuando nos postramos ante Dios y le adoramos, entonces alcanzamos el fin de nuestro anhelo, entonces se tranquiliza nuestro corazón agitado y llegamos a sentirnos como en nuestro verdadero hogar (sic., p.53).

»El paso más importante de toda terapia consiste en la comprensión. Si uno se siente comprendido, mejora notablemente, (sic., p.57).

»Jesús, pone al enfermo en contacto con la fuente que mana en su interior…Juan cree que la enfermedad consiste en estar separado del torrente vital divino… para él, la verdadera curación se produce cuando de nuevo volvemos a tomar parte de la vida divina, p.59.

»En Jesús, Dios nos revela quién es Él en persona y en qué consiste el misterio del ser humano, p.66.

»Si no comprendemos el misterio de la encarnación, tampoco comprendemos a Dios, p.67.

»Según Jesús, celebrar la liturgia es entrar en contacto con el manantial interior, p.69.

»Uno debe jugarse la vida por aquello que ama, p.87.

»La hora de las grandes tentaciones, la hora de los aparentes fracasos, es también la hora en la que el resplandor de Dios se hace visible, p.97.

»Todo lo que existe es sagrado.  (T. Merton).

»Esta es la paradoja, que Jesús, es glorificado, precisamente en la cruz, p.97.

»En la cruz, Jesús se doblega hasta lo más hondo de nuestra condición humana, p.103.