jueves, 12 de abril de 2012


Reunidos en común, reflexionamos sobre la Pascua y la encarnación, según el evangelio de San Juan, a partir del texto de Thomas Söding. Encontramos cómo la mística joánica une la revelación de Dios en Jesús, quien "planta su tienda entre nosotros" encarnándose, y asumiento las más hondas actitudes humanas como a amistad, la solidaridad, el amor capaz de entregarse para que otros vivan. No faltó el compartir el pan consagrado, y el pan fresco colocado delante de la mesa común. Evaluamos el proceso recorrido, y sentimos la obligación moral de crecer, a partir de este camino que nación en Abril del 2000 y lleva hoy (Marzo 9 del 2012): doce años.

Meditando el cuarto evangelio


Hemos nacido en los Ejercicios Espirituales, los cuales nos plantearon la pregunta ¿quién es Ignacio de Loyola? ¿Francisco Javier? ¿Pedro Fabro? Reflexionamos sobre sus vidas, sus cartas, y nos fuimos acercando poco a poco a su espiritualidad. Al seguir profundizando, logramos un nuevo hallazgo, la pedagogía ignaciana, tiene sus fundamentos en la espiritualidad. Detectamos que el centro de la espiritualidad ignaciana, es Jesucristo. Esta intuición nos permitió acercarnos a una Cristología histórica. Comprendimos la importancia de la "encarnación" que configura el dinamismo de la ignacianidad. En este último tiempo, estamos profundizando la mística horizontal. Guíados por Anselm Grün: "Jesús, puerta hacia la vida" nos adentramos en la mística horizontal ignaciana que encuentra su fuente, en lo más profundo del corazón humano. Allí está la morada de Dios en nosotros, a este horizonte que le llamamos Reinado de Dios en nuestro interior. Desde aquí transformamos nuestra realidad personal, social, global.